No hubo premio

Esta vez no hubo premio. La Reserva cayó por uno a cero ante San Martín de San Juan. La tarde, bajo una intensa lluvia, no había arrancado bien porque a los 15 minutos Francisco Trigos culminó una gran jugada del visitante para poner el uno a cero. Y no hubo premio.
No hubo premio para la insistencia del Verde, que se repuso de ese golpe inicial y llegó, primero con Matías Rosales y después con Lucas Cura pero no pudo empatarlo en esa primera mitad.
Continuaba lloviendo en la tarde fría del Centro de Alto Rendimiento y el local seguía sin tener premio. Jhon Rentería, que volvía luego de una semana complicada por problemas personales y tras cumplir una fecha de suspensión, los encaraba todos, los pasaba, le salía otro y también intentaba pero no tuvo premio. En el otro extremo Manuel Mónoca tiraba caños, enganchaba, hablitaba a un compañero pero no había caso.
La defensa defendía alto y ante un centro delantero complicado, pero disputaban una y otra vez. Los laterales pasaban y pasaban con el agua que le golpeaba la cara. No tuvieron premio.
Los mediocampista, alertas para abortar las contras y jugar el primer pase también se tiraban para cortar, se levantaban, iban, chocaban y seguían. Pero no quería entrar.
Lo tuvo Lucas Cura, dos, tres veces: de cabeza, con derecha, entrando al área, pero no era la tarde.
Los que ingresaron quisieron tanto como los que estaban adentro pero no pudieron.
Los de afuera: los poquitos hinchas y familiares empujaban, todos mojados, con el grito de aliento. Los fotógrafos del club apretaban los dientes soportando el frío y el agua y pidiendo que esa bendita pelota entre.
Adentro, con lo que les quedaba, siguieron yendo hasta el agotamiento final. Ese final en el que Rentería entra al área por la izquierda, después de dejar en el camino su marcador, engancha y parece penal. Todos gritan «¡penal!» y hubiese sido un lindo premio a tanto esfuerzo, a tanto querer, a tanto buscar. Pero no, Agustín Panizza espera que saque el arquero y sopla tres veces el silbato.

Texto: Federico Galván.
Foto: Brenda León

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