La confianza por las nubes

Suele decirse que el estado de ánimo es una parte importante de un equipo de fútbol y el que está atravesando Sarmiento en el torneo es de los puntos más altos.
El Verde hilvanó tres victorias consecutivas como en el Metropolitano de 1981 y dentro del campo el equipo transmite convencimiento para llevar adelante la propuesta del entrenador. Desde los cambios que hay partido a partido sin resentir las actuaciones, más allá de los planteos de cada partido, hasta futbolistas que mutan de posición y lo hacen bien. Rasmussen es uno de ellos. El Flaco lo venía haciendo de central y pasó al lateral izquierdo para cumplir esa vieja misión del fútbol: «primero marcar y luego pensar en el ataque». Con esa frase cabecera clausuró el sector y sus intervenciones en el campo contrario son seleccionadas, simples y efectivas.
En esa lógica de contagio que suele suceder en el fútbol cuando las cosas van mal pero también cuando van bien, Yair Arismendi volvió a «ser». El zurdo recuperó su poder de desequilibro y le agregó no solo gol sino también remates de esos que tienen destino seguro. Toto anotó dos goles pero debería tener otros (por lo menos) dos más. Desde ese botín zurdo partieron dos hermosos tiros (uno despintó el travesaño y el otro salió a «un centímetro» del ángulo). Además, jugando con el perfil invertido se convirtió en un demonio para los rivales y en el último partido terminó asistiendo en el gol a Julián Brea, que más que una «asistencia» fue un «pase gol» porque abrió bien grandes los ojos para verlo llegar por el sector opuesto. Justo Brea es quizás el punto más alto de este presente. El nacido el Tres Algarrobo y criado en Coronel Charlone confirmó eso que rompía los ojos en Reserva: estaba para ser titular ayer. Incluso ocupando un rol que no es el que le sienta más cómodo. El delantero devenido en mediocampista por afuera se adaptó a eso que le pidió el técnico desde un primer momento: cumplir la tarea de recuperación en un equipo que tiene la pelota menos que el rival. Así, hay partidos en los que queda desnaturalizado porque el oponente tiene la posesión y termina muy cerca de su lateral pero hay otros, como el primer tiempo del jueves, donde el equipo presiona alto y allí, con el área cerca y la cancha de frente, es letal. No obstante, en ese «acostumbramiento» a estar lejos del arco también sobresalió: los goles ante Banfield y Racing lo confirman.
Pero esa gran confianza que se trasmite por todos lados (acá tomamos algunas referencias pero hay más) a veces es llevada a límites que no tienen sentido. Esconder la participación de Torres en el partido sin anunciarlo entre los concentrados es una de ellas. Esconder las pelotas y hacer tiempo induciendo a pibes de 14 años a subirse a ese barco es una práctica que en el año 2022 debería estar penada de alguna manera, sobre todo porque cuando el perjudicado es uno (y esto no es exclusividad de Sarmiento ya que en el primer tiempo el que retrasó la reposición una y otra vez desde el arco fue Unsain) se pone el grito en el cielo y se llenan conferencias hablando de lo perjudicado que es el equipo en cuestión. Al mismo tiempo, es una verdadera pena que los medios masivos relacionados al fútbol estén enfocados en este tipo de aristas sin dedicarle el mismo tiempo a los aspectos futbolísticos de la victoria ante Defensa (campeón sudamericano, por si falta aclararlo), a quien le ganó dos veces en el lapso de un año y un mes.
En el fútbol nada es definitivo y como expresó Israel Damonte en la conferencia de prensa habría sido interesante que el partido ante Argentinos no fuese el lunes para poder disfrutar de este presente: es la mejor campaña en la máxima categoría y la segunda vez que consigue tres triunfos consecutivos en la A.

*Nota corregida*

Texto: Federico Galván.
Foto: Mariano Morente.

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