La imagen era siempre la misma: Tatú Cisneros y Cuchara Herrera (masajista y utilero) en la puerta del hall de entrada a los vestuarios con la llave en la mano esperando que Manuel Vicentini, último en irse, se retire para cerrar la jornada. Otros tiempos en los que el coronavirus no les había arrebatado ese lugar sagrado que suele ser para todo futbolista el vestuario. Una de esas situaciones es la que más extraña el arquero. “Esa convivencia del vestuario es lo que más se extraña. Tenés 30 tipos alrededor que cada uno tiene su vida y sus cosas para contar. Si hablás con alguien retirado te va a decir que lo que más extraña es eso porque para jugar se puede juntar con los amigos…además tratamos de irnos lo más tarde posible para hacerle la vida imposible a los utileros”, cuenta el arquero entre risas y entiende que en ese sentido es más difícil para los jugadores nuevos: “me pongo a pensar en los chicos que vienen nuevos y debe ser complicado porque lo que intentan siempre es sociabilizar y conocer a la gente y que no puedas entrar a un vestuario hace que todo sea más difícil así que de parte nuestra tenemos que tratar de acercarnos en el entrenamiento para ir generando ese vínculo que dentro de la cancha es fundamental”.
Por: Federico Galván
El nacido en Sanford volvió a entrenar luego de seis meses (cumplió aislamiento cuando regresó a Junín y no pudo comenzar con el resto del grupo). “Para el arquero lo que más cuesta, después de tanto tiempo, es el tiempo y distancia de la pelota, las velocidades para salir a cortar una pelota dividida. En cuanto a lo grupal es eso porque después en cuanto a lo físico lo podés laburar en cualquier lugar pero de todas formas tenemos tiempo para trabajar y nos estamos enfocando en afinar la técnica”, reconoce.
Esa es la actualidad de Vicentini, que en la temporada que aún no terminó fue el segundo capitán y uno de los mejores rendimientos del equipo. Actuaciones como las de Santamarina o Almagro, entre otras, le significaron que clubes de Primera se interesen en contratarlo, algo que no solo le sedujo al arquero sino también al club, ya que es uno de los futbolistas que tiene como patrimonio y en esta época de “vacas flacas” intentó lograr la transferencia que finalmente no se dio. “Teníamos mucha expectativa, el club y nosotros, en cuanto a mí futuro porque pertenezco a Sarmiento y sería muy lindo, cuando me toque salir de la institución, que le quede dinero al club en retribución por todo lo que me ha dado. Pero este virus nos sorprendió a todo y fue el mayor inconveniente porque se fueron dilatando las ofertas porque los clubes están muy golpeados”.
La continuidad y el gran presente no fueron fáciles de lograr. Manuel había llegado en 2015 luego de dejar Boca sin debutar en Primera y tras haber hecho las inferiores en el Xeneize, una decisión difícil para la que algunos futbolistas no suelen estar preparados. “En un momento uno se quedaba con la sensación que si no encontraba la regularidad que había venido a buscar a Sarmiento iba a quedarme con las manos vacías. Me llevó tiempo pero hoy encontrándome en esta situación me siento feliz de haber tomado esa decisión. También me he planteado si no me fui tarde porque tenía 24 años y muchas veces los clubes buscan gente más joven, pero al estar ahí (en Boca) muchas veces no te querés ir nunca”. Además, a partir de su arribo al Verde vio cómo delante de él pasaron César Rigamonti, Emanuel Trípodi, Julio Chiarini, Javier Burrai, Fernando Pellegrino hasta que Iván Delfino, en la temporada 2018/19, evitó buscar a un refuerzo en su posición y le confió el arco del Verde. “Uno va identificándose con el puesto y es parte del aprendizaje encontrarte con ese tipo de situaciones (de no jugar). En equipos de jerarquía la competencia es alta y está en cada uno tomar decisiones y analizar en qué lugar piensa que va a tener más chances y mayor comodidad. Lo importante es pasar bien el día a día y no sufrir por no sumar minutos”.
Sentimiento extra
Vicentini se confiesa amante del deporte de alto rendimiento y dentro de ese gusto está el básquet, justo en una ciudad que tiene un fuerte vínculo con “la naranja”. “Me gusta el básquet en general y estaba yendo a la cancha de Argentino porque tengo un primo que es fanático y me acercó a la cancha. Todo lo que sea deporte de alto rendimiento me gusta verlo. Convivir en una ciudad que tiene un club que está peleando en la Liga Nacional, para mí que vengo de un pueblo que más que un partido de liga amateur un domingo no hay, que tenga este abanico de posibilidades me gusta y lo aprovecho”. Así mismo, el arquero juega al golf o al tenis en sus ratos libres.