Sarmiento no logra encaminar su rumbo en la Liga Profesional e, independientemente de los resultados, el equipo parece entregar una versión cada vez más desmejorada que tampoco tiene que ver con los rivales de turno; mientras tanto, se pone el foco en las actuaciones arbitrales, los reclamos de los hinchas o inútiles disputas dialécticas que no le sirven a nadie.
La flojísima actuación del Verde ante Riestra fue una muestra cabal del momento que atraviesa el equipo. El entrenador consiguió el recambio que reclamaba para dejar de mencionar que había heredado un plantel que no lo representaba pero le cuesta horrores mostrar una versión convincente dentro del campo de juego y esa evidencia se nota, tanto ante un equipo de la jerarquía de River como la del conjunto de Fabiani o Tigre.
Ante el Malevo tuvo la virtud de encontrar un gol en el arranque del partido pero luego de esa incidencia el protagonista absoluto del juego fue el local que lo arrinconó, lo dominó y le generó situaciones hasta que por decantación logró el triunfo.
Mientras tanto, Israel Damonte volvió a tener un día de furia quejándose del árbitro (que había tendido una jornada acertada hasta que no advirtió que Riestra tenía 12 jugadores -85’- en el campo, aunque era una jugada del cuarto árbitro y el línea), que lo expulsó, y hasta destrató a un policía que intentó acercarse mansamente para sacarlo. Esa postura de buscar a los responsables en otro lado tuvo su continuidad en la conferencia de prensa a la que asistió Gastón Sauro para, increíblemente, hablar de la actuación del árbitro. En esa línea de mirar hacia sectores poco relevantes está la idea de prestarle demasiada atención a lo que se escribe o dice en las redes o medios.
“Jugar con el cuchillo entre los dientes”, “con el corazón en la mano” o como se le quiera llamar a esa postura de no dar ninguna pelota por perdida es algo que repite tanto el técnico que al fin de cuentas parece haber perdido importancia. Porque esa idea, que nadie va a desechar como punto de partida, es solo un aspecto del juego, ya que después está el otro que tiene que ver con la creación y apostar a contar con una o dos situaciones por partido y ganar el mismo es algo que requiere de una efectividad que puede dar resultados momentáneos pero a la luz de los hechos es bastante complicado que sea una norma.
Por otro lado, en cuanto a los refuerzos, el técnico esgrimió durante la primera parte del certamen que necesitaba futbolistas que respondieran a su manera de afrontar los partidos y una vez que llegaron expresó que el equipo comenzaba a tener su identidad; sin embargo, jugadores como Nicolás Gaitán, Valentín Burgoa, Bryan Cabezas, Gabriel Hauche o Gabriel Gudiño tienen características que uno las emparentaría más con otra idea de juego y lo que viene sucediendo es que vemos a varios de ellos cumplir funciones que no son las mejores que pueden desempeñar: que Hauche tenga que perseguir a un lateral no debería ser un problema pero si el delantero juega infinítamente más tiempo cerca de su área que de la contraria termina siendo perjudicial para él y para el equipo.
Así las cosas y con un largo camino por recorrer, habrá que ver si el desafío de ser más ambicioso para cambiar el presente es una posibilidad que está dentro del menú del cuerpo técnico o si apuesta por mantener esta postura, dentro y fuera de la cancha que, por ahora, no parece ser una solución.
Nota: Federico Galván.
Foto: Mariano Morente.