Hace exactamente dos años atrás, el 16 de enero de 2021, Sarmiento dejaba atrás el tiempo de la frustración y retornaba a la máxima categoría del fútbol argentino de la mejor forma: siendo campeón de la Primera Nacional.
Así, dejaba anidadas en el baúl de los malos recuerdos aquellas finales frente a San Martín de Tucumán, Arsenal y Central Córdoba. Las tres en difrentes circunstancias pero sobre todo las dos últimas luego de haberlas sentido muy cerca que se resolvieran favorablemente. Fueron, seguramente, la confirmación de un Sarmiento que cambió la lógica de ser un equipo importante de la Primera B para convertirse, como dijo Yamnil Garnier luego de conseguir el campeonato, el candidato antes de empezar el partido frente a Estudiantes.
El Verde preparó el terreno (sin proponérselo, claro) y dio el salto en una temporada especialmente particular por la pandemia y que terminó favoreciéndolo la reestructuración del torneo ya que se rediseñó en el medio de la disputa donde los dirigidos entonces por Iván Delfino no estaban del todo bien.
El Torneo Transición que se improvisó tuvo siete fechas para las dos zonas y el Verde terminó primero en la B con 15 puntos pero en ese corto camino sucedieron algunas situaciones que determinaron el rumbo porque cuando parecía que todo fluía con un empate, dos victorias y un partido a medio terminar (con Defensores de Belgrano se suspendió por falta de luz) Delfino anunciaba su intempestiba salida del club.
La llegada de Mario Sciacqua no pudo ser mejor porque el equipo ganó como visitante ante Deportivo Riestra, aunque en los partidos siguientes no mostró su mejor versión pero le alcanzó para llegar primero y acceder al derecho de jugar la final: con Tigre sufrió para igualar en casa, luego se completaron los 45 minutos restantes ante Defensores que terminaron con tres puntos gracias a una corrida de Gabriel Graciani que le sirvióel gol a Mauro Albertengo. Pero nada de eso pudo haber sucedido si Jonatan Torres no sacaba un tiro con la mano en la línea del arco y Manuel Vicentini no desviaba el penal. Después hubo tiempo para el sufrimietno con una lluvia de centros que cayeron en el áera.
Pero si hablamos de sufrimiento la cosa no concluyó ahí. En la última jornada al Verde le alcanzaba con un empate en la visita a Atlético de Rafaela y más allá de un buen inicio, el equipo terminó arrinconado contra su propio arco soportando los embates de Enzo Copetti, Claudio Bieler y compañía. Fue cero a cero para sostener la punta y clasificar a la gran final.
Seis días más tarde llegó ese momento esperado y los primeros 45 fueron como una continuidad de lo que veníamos viendo: no había corrido un minuto en el reloj cuando Federico Mancinelli desvió un tiro en la línea del arco. Un aviso de lo que se venía. Vicentini fue figura como tantas otras tardes pero no pudo evitar el uno a cero a los 21.
Sin embargo, cuando todo se complicaba y los fantasmas de las otras finales acechaban apareció Claudio Pombo para gestar una jugada con amagues y un remate de zurda, con cara interna, que se metió abajo, a los 36.
El gol cambió el estado de animo de uno y otro y Sarmiento creció en el segundo con el ingreso de Fabio Vázquez para ser el que mereció ganar el juego aunque el resultado no se movió y lo que no pudo en los 90 terminó consiguiéndolo en los penales.
Fue el fin del sufrimiento de tres tempordas, de buscarlo y no encontralo, de mercerlo y no conseguirlo. A veces el fútbol premia en el momento menos esperado como decía Garnier, en el campo de juego, luego de dar la vuelta olímpica: «Esto es injusto muchas veces, pero se nos tenía que dar y se lo dije al presidente, que esto también es mérito de él porque apostó a mantener una estructura, a seguir intentando porque hasta hace unos años Sarmiento era un equipo más del Nacional B y hace media hora Sarmiento era el candidato a ganarlo».
Texto: Federico Galván.
Fotos: Mariano Morente.