Se fue un sarmientista, de la “s” a la “a”

Hacen falta más tipos como el Bocha. Se fue Juan Bernardino Boianelli. Tenía 73 años recién cumplidos y una maldito virus se lo llevó. Doscientos diecisiete partidos en Sarmiento que lo pusieron en el top 20 de jugadores que más vistieron la casaca verde. Fue partícipe del primer ascenso del club, de la Primera C a la Primera B en 1974, integró el plantel campeón de Priemra B que le dio al club el primer arribo a la máxima categoría del fútbol argentino. Fue entrenador. Pero sobre todas las cosas fue un defensor de una manera de ver el fútbol sarmientista. Por consiguiente fue taquetista y expresó su mirada en cada charla futbolera y en cada línea que escribió, porque también escribía. La pelota por abajo y el protagonismo fue lo que aprendió en las instalaciones de Arias y Necochea y que trató de transmitirlo por todos lados. Seguramente por eso lo enojaba tanto que el club eligiera a ciertos entrenadores que no respetaban la historia del Verde: «Es un delincuente con pizarrón».
Fue un transmisor de valores verdolagas como pocos. De esos necesarios. Crítico. No obsecuente. Fue un hombre sentipensante, parafraseando a Eduardo Galeano. Porque pensaba y sentía, y le dolía la realidad. Contradictorio, a veces, y cascarrabias, también.
Hace un tiempo atrás, hablando del ascenso del 74 había reconocido: «Para mí, que soy nacido en el club, fue una doble satisfacción. Además, porque se logró con un grupo de amigos que seguimos siendo amigos de fierro. Eso generó una pertenencia que todavía perdura porque estamos hablando de muchachos que hicimos gran parte de nuestra carrera dentro del club. Una anécdota que recuerdo es un partido con Deportivo Español, que expulsaron a Carlos Pérez, y Héctor Silva me mandó de arquero. Recuerdo perfectamente que me dijo: ‘andá pero jugá de arquero’. Me tocó una jugada que venía un tiro de esquina y como no llegaba con las dos manos la agarré con una sola y caí sin que se me desprendiera. La gente creería que era Amadeo Carrizo». En esa misma nota había confesado que le costaba mirar fútbol, que había perdido un poco la pasión, pero había algo que no lograba dejar: “Sarmiento me puede”.
Se va a extrañar al querido Bocha. Se lo va a extrañar viendo a la reserva de Martín Funes, se va a extrañar encontrarlo en la panadería del barrio charlando, se va a extrañar su comentario crítico sobre alguna nota como esta, se va a extrañar pensando, escribiendo; pero a lo mejor volverá a patear la pelota en otro lado. Adonde quieras que hayas ido te vamos a extrañar, querido Bocha.

Texto: Federico Galván.
Foto: Juan Bocha Boianelli (enviada orgullosamente a este medio el último día del hinca de Sarmiento).

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